domingo, 1 de junio de 2008

ACTITUD, BENDITA ACTITUD


¿Qué harías si fueras músico y durante una cena entre amigos Luca Cabassi -dueño del Forum di Assago de Milán- te invitara a cantar en ese templo de la música internacional?

¿Responderías que o que no?

A ver, allí actuaron Celine Dion, Robbie Williams, The Cure, Mariah Carey, Lenny Kravitz, Christina Aguilera, Eros Ramazzotti, Iron Maiden... por tirarte algunos nombres.

Te cuento un poquito más: Luca lo expresa en medio de una entretenida charla en restaurante top de esa fulgurante ciudad de la moda; además, ofrece en bandeja lo que necesitás, porque para eso están los amigos...

Pregunto de nuevo: ¿Responderías que o que no?

Podrías decir DEPENDE. Depende de tu seguridad interior, de tus estados de ánimo, de esto, de aquello... Ca uno es ca uno y ca cual es ca cual...

A esta altura imaginarás cuál fue la contestación. Y que frente a ella, no pude evitar que se me cayeran los cubiertos de pescado... y que alguna que otra coprolalia saliera de mi boca (en castellano), dando paso a ese ser malaprendido que llevo adentro, que echa venablos cuando se enoja y logra que el otro piense que me desgracié.

¡Sea como fuere, la respuesta de mi amigo fue NO!
¿Por qué una negativa?
Sé por qué. Porque no estás convencido de lo que hacés; porque no asumiste una actitud proactiva; porque no creés en vos; porque lo nuevo te asusta; porque lo seguro te deja en un mismo lugar. En definitiva porque los cementerios crecen pero no se desarrollan. Tirarse a la pileta (sin agua), lanzarse al precipicio (sin red) es casi lo único que podemos hacer cuando llevamos una vida creativa. Insisto, una vida creativa. Aumentar de tamaño es crecer. Aumentar en habilidades es desarrollarse. Por eso, el artista debe de desarrollarse, total para crecer hay tiempo. Muchos artistas solamente crecen y son espantosos...

Cada vez más compruebo que el tren pasa y tenés que subirte, aunque sea al último vagón. (Hablo del caso que estoy relatando; hay excepciones, está clarito).

Actitud, bendita palabra. Eso precisamos mientras caminamos la vida. Hasta autoengañarnos puede ser una fórmula que nos conviene practicar ocasionalmente. Saber que no hay que hacerle asco a las frustraciones, a los desengaños. Porque... ¿y si sucediera el revés?

Me despido de esta nota diciendo que el aprendizaje experiencial es lo que cuenta. Y que cuando mirás la vida, ésta aparece como desordenada. Y que cuando hacés algo, cuando sos actor, cuando te concentrás en la acción, empieza a cobrar sentido, a hallar algún orden, y viene en tu ayuda para asistirte existencialmente. Vale la pena animarse; aunque sea por un buen rato te regalás una parcela de felicidad.

No hay comentarios: