sábado, 25 de julio de 2009

INSTITUTO AVANZADO DE CREATIVIDAD APLICADA TOTAL


Este artículo, bajo el título NOSCE TE IPSUM CREATIVO fue publicado el 7 de julio, en la revista digital del instituto español, dirigido por el Dr. David De Prado Díez, a quien agradezco la gentileza.

Por Domingo LUPIS


Anoche conversaba con una joven que, a las claras, se revelaba
sumamente creativa; pero me comentó que estudiaba una carrera
proveniente de las ciencias duras. Le hice notar que su discurso era
poético, sabía enriquecer la charla con metáforas apropiadas,
originales. Todas las señales que enviaba parecían orientadas al arte;
su cuerpo y sus palabras se expresaban artísticamente. Me afloró
entonces esta pregunta: -Qué le pasó que en el camino decidió al
revés de lo que sentía? Quién habrá sido el que le señaló un atajo
que la conduciría al lugar opuesto? Sus padres, familiares, amigos…
enemigos?
Casi todos pasamos por momentos de confusión en los que en vez de
concretar nuestros deseos legítimos, seguimos al burrito de San
Vicente, que va donde toda la gente. Es lo adocenado, la masa sin
personalidad.
Le consulto: -Por qué no te dedicaste el arte? Respuesta: -Bueno, en
algún momento lo haré, soy bastante joven…
Sentí que estaba frente a alguien que no acostumbra revisar sus
deseos, ni siquiera a plantearlos, o sea, se me revelaba como
abrumada por la imposibilidad de dejar constancia que vale la pena
seguir lo que nos marca la linterna interior, que otorga una confianza
radical de largo aliento.
Ella me hablaba pero yo la veía en otra circunstancia, quizá una
exposición de cuadros, o un encuentro de escritores o poetas; seguía
parloteando y de nuevo la escena se me situaba en dirección a una
obra de teatro, o de cine, o de la tele, con ella como protagonista.
Recordé a Ximena Dávila, colaboradora activa del biólogo Humberto
Maturana, cuando hizo este interesante descubrimiento: “Todo dolor
y sufrimiento por el cual se pide ayuda es siempre de origen cultural.”
Dice Ximena: “me he dado cuenta de que la cultura, como red
cerrada de conversaciones, nos atrapa en este presente en una red
de dominación, sometimiento y control”.
A mi amiga quizá le habría pasado eso, alguien en algún momento le
metió el bichito del sentido práctico de la vida; no más poesía en su
existencia, sólo manifestaciones emotivas confusas. Y aquí es donde
hace agua su personalidad, porque resulta verdadero lo que dijo el
propio Maturana, "la expresión de la emoción niega la emoción que
expresa". Por qué? Porque confundimos emoción con sentimientos; lo
que se diga hacia afuera será apenas una pantalla, pues la emoción
se vive y no se expresa. Y lo que ella piensa hará más adelante,
difícilmente será realizado. Su prioridad tendrá cara de postergación…
Y mientras tanto, les dirá a todos cuánto siente cuando siente.
Buscar la propia verdad es un camino duro, las contrariedades
aparecen a montones llamándonos al abandono. Costo que
pagaremos al ocluir la fuerza arrolladora de lo que queremos ser.
Uno debiera preguntarse: Cuáles son mis emociones en este mismo
instante; en qué influirán cuando me disponga a emprender una
acción para tal o cual objetivo; cuáles son las fortalezas que vengo
reconociendo en mi persona; cuál es mi grado de confianza… Son
miradas introspectivas sanamente deliberadas. Preguntas cuyas
respuestas ayudan a la creatividad, habilitando un estado de serena
libertad.
Bien, supongamos que estoy con un ánimo alto, o… no me encuentro
con ganas de trabajar, esta es la alternativa registrada en mi ánimo
presente.
Ok, me dejo llevar por impulsos negativos o gestiono una salida para
cambiar esas impresiones que no arriban a nada claro. Cómo manejo
todo esto? Estoy convencido de que al superar las contrariedades,
luego disfrutaré de no haber procrastinado lo que debería resolver
ahora. Y el goce aplazado aparecerá, convertido en buen talante.
A ver, me traslado hasta el almacén de mi cerebro –al igual que el de
todos- y me encuentro con estas cifras escalofriantes: 100 billones de
neuronas; 1.000 millones a mil trillones de conexiones posibles. Y
cómo activarlas? Nada más y nada menos que viviendo, que es lo
mismo a ir aprendiendo, emocionándome con otros, atravesando
experiencias de dolor o de placer, caminando por lugares no
transitados y dejando alguna huella personal, de ser factible.
Tendré que saber manejar el estrés, reconstruir vínculos, trabajar en
equipo, habilitar un sentido de pertenencia, viajar para vivenciar no
tanto lo que me ofrece el paisaje exterior sino el interior, o sea lo que
descubro de mí mismo; apasionarme ya (sin pasión todo parece
mecánico), poniendo energías en lo que estoy haciendo.
Nada más? Falta, falta… Vale la pena ser catalizador de talentos
sueltos, ayudarlos a provocar la chispa de rentabilidad, que es
también mi feedback; a su vez, ampliar mi network, a sabiendas que
los contactos siempre serás válidos; deberé esforzarme por enviar
mensajes claros a los demás, tratando que me comprendan sin ruidos
en la comunicación; accionaré la empatía para entender al
semejante; iré a máxima velocidad con alteridad, para sentir tal cual
siente el que está enfrente de mí; también haré lo mejor posible para
que los eventuales clientes se hallen a gusto con mis trabajos…
Todas las cuestiones supradichas no son el catálogo del niño bueno o
del señor maduro que se porta bien. Son acciones que disuelven el
masoquismo insalubre; llevan a lo que uno maneja bien, para
beneficio de las partes. No será necesario ingresar a un estado de
locura para llamar a las musas de la creatividad! Pensarlo es un
disparate sin calificativos! Hay que ser bastante cuerdo para trabajar
bien, salvo que queramos hacernos los locos sólo como un recurso
válido puntual, manejable, divertido y pasajero.
Y las técnicas creativas propiamente dichas? Y los ejercicios que
ayudan a convocar a las musas? Y esto y aquello, quedan afuera?
Para nada, suman y cómo! Todo se interconecta, lo que fuimos y lo
que somos; también lo que querríamos ser… imaginarlo impulsa más
el pensamiento.
El conócete a ti mismo, proclamado por los griegos hace siglos, cada
día se reactualiza indubitablemente. El recreo de pensarse de vez en
cuando, nunca pagará mal.