domingo, 3 de enero de 2010

EN MI CUMPLE, DIRÉ LO QUE PIENSO...


Coincidiendo con mi cumpleaños de la fecha, mi querido amigo Luís Coudannes me envió un correo que contiene palabras salidas de las neuronas de Mario de Andrade, poeta, novelista, ensayista y musicólogo brasileño. Entonces, le dije a Luis que agregaría mis impresiones de algunos aspectos de la vida, porque también noto que estoy atravesando el valioso tiempo de la edad madura. (Luego de las comillas, siguen mis elucubraciones.)


..EL VALIOSO TIEMPO DE LOS MADUROS


“Conté mis años y descubrí, que tengo menos tiempo para vivir de aquí en adelante, que el que viví hasta ahora...
Me siento como aquel chico que ganó un paquete de golosinas: las primeras las comió con agrado, pero, cuando percibió que quedaban
pocas, comenzó a saborearlas profundamente.
Ya no tengo tiempo para reuniones interminables, donde se discuten estatutos, normas, procedimientos y reglamentos internos, sabiendo que
no se va a lograr nada. Ya no tengo tiempo para soportar absurdas personas que, a pesar de su edad cronológica, no han crecido.
Ya no tengo tiempo para lidiar con mediocridades.
No quiero estar en reuniones donde desfilan egos inflados. No tolero a maniobreros y ventajeros.
Me molestan los envidiosos, que tratan de desacreditar a los más capaces, para apropiarse de sus lugares, talentos y logros.
Detesto, si soy testigo, de los defectos que genera la lucha por un majestuoso cargo.
Las personas no discuten contenidos, apenas los títulos. Mi tiempo es escaso como para discutir títulos.
Quiero la esencia, mi alma tiene prisa...
Sin muchas golosinas en el paquete...
Quiero vivir al lado de gente humana, muy humana. Que sepa reír, de sus errores.
Que no se envanezca, con sus triunfos. Que no se considere electa, antes de hora.
Que no huya, de sus responsabilidades. Que defienda, la dignidad humana.
Y que desee tan sólo andar del lado de la verdad y la honradez.
Lo esencial es lo que hace que la vida valga la pena.
Quiero rodearme de gente, que sepa tocar el corazón de las personas…
Gente a quien los golpes duros de la vida, le enseñó a crecer con toques suaves en el alma.
Sí… tengo prisa… por vivir con la intensidad que sólo la madurez puede dar.
Pretendo no desperdiciar parte alguna de las golosinas que me quedan…
Estoy seguro que serán más exquisitas que las que hasta ahora he comido.
Mi meta es llegar al final satisfecho y en paz con mis seres queridos y con mi conciencia.
Espero que la tuya sea la misma, porque de cualquier manera llegarás..."


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Ayer le dije a una amiga, luego de pasar por un momento de ansiedad que aceleró mi corazón, que sería un dato curioso morir justo el día en que nací, es decir el 3 de enero. Esa pavada fue expresada en medio de un ataque de risa, porque complementé mi frase imaginando que ella daría el parte a mis seres queridos, detalle que no le hizo demasiada gracia.

Hoy, Luís Coudannes envía un mail con el alegato del escritor de Andrade y me dieron ganas de decir cuáles son las cosas que me tienen harto y cuáles me hacen feliz.

Las fiestas de fin de año 2009 dispararon algunos desencantos personales, incentivados por la circunstancia de conocer extranjeros que han venido a Argentina a estudiar (gratis) o a trabajar.

A ellos les digo que me han cansado con la religión del niñito Jesús; con las tradiciones de las novenas, que se celebran en uno de los países más violentos del planeta y que reúnen a innumerables familias para rezar, en vez de juntarlos para decidir qué hacer para derrotar al narcotráfico o elegir mejores presidentes; con los rituales de los agüeros ridículos, que ocluyen la oportunidad de crecer en serio de golpe, para tomar las riendas de la propia responsabilidad hacia el futuro. De las comidas tradicionales de su país, que añoran en vez de decidirse por regresar a su terruño, ya que nadie los obligó a instalarse en el nuestro.

También me fastidian los celos que les causa la Argentina, a la que admiran pero se las arreglan para odiarla enseguida. Sin embargo, por lo bajo, se encargan de anunciar en Facebook que están pasando sus días en el país de Gardel y Maradona, a fin de que sus coterráneos sientan penosa envidia. (En qué quedamos?).

Me dan rechazo los que enarbolan la religión para tapar sus miedos a vivir la vida. Son tan grotescos, que olvidan que nadie escucha lo que dicen sin ver lo que hacen. Dios les sirve a muchos para tapar su pereza, su falta de iniciativa, su corazón lleno de avaricia, su oportunismo para sacar ventaja… con la supuesta venia de un amable ser superior, que nunca se metería en esos chanchullos.

A ellos, hoy tengo ganas de repetirles lo dicho en otras ocasiones: que no involucren al todopoderoso con sus vidas; antes mejor, sean buenas personas y resultará suficiente. Porque imagino lo fastidioso que se sentirá el tipo, sabiendo que usan su nombre para hacer y decir lo que se les canta. También, que se dejen de embromar con las manifestaciones externas de sus creencias; es una fatuidad que no tiene nombre…

En cambio, a esta altura of my life, me pone feliz la perspectiva de un nuevo amor, ahhh… eso sí que vale la pena.

Que mis hijos sigan por el camino que han elegido, ahhh... cómo alimenta mi alma y la de ellos. Que la gente comprenda que tiempo y espacio no existen, y que es una convención para no llegar tarde a una cita y/o para recibir las facturas mensuales en un domicilio cierto.

También vale la pena cocinar para uno y para otros; iniciar una second life lleno de optimismo; conocer al dedillo los propios pecados; viajar… a donde fuere, pero viajar.

Y, lo que a su vez me pone dichoso, es cuando la gente inicia el camino del autoconocimiento, a través de la terapia. Hablando de eso, a muchos les hace ruido saber que vivimos en un país con notorio número de personas que apelan al psicoanálisis para ser mejor gente, si es que eso fuese posible. (A mí sí me mejoró, puesto que aprendí a separar la paja del trigo; jamás podré agradecer como querría lo que los psicoanalistas han gestionado en mi psiquis para enriquecer mi vida… y de paso la de algunos.)

Ufa, me cansé, pero me di el gusto de decir mi palabra. Ahora puedo festejar mi cumple con serena tranquilidad. Se ve que la taquicardia de ayer tenía algo que ver con lo que hoy termino de expresar. Brindo por todos Uds.! Pues, ya me brindé… Y soy argentino, aunque de estirpe universal, sin distinción de banderas, como dicen por allí. Mi regalo es un hermoso espejo, para aprender a mirarse.