lunes, 12 de julio de 2010

EL MATRIMONIO GAY... DE LOS CURAS



Si casarse entre personas del mismo sexo fuese pecado, los primeros en guardar la piedra deberían ser los propios curas, desposados con Dios, en un completo acto de entrega homosexual.

La discriminación es un claro atentado a la igualdad de oportunidades, que segrega al diferente. Entonces, cómo amar a Dios si desconocemos las distintas formas de amar al semejante, más allá de sus elecciones personalísimas.

En mi obra teatral Adiós Miau Miau, una de las protagonistas decía, a propósito de la absurda guerra de Malvinas : -Cómo defender a la Patria si no aprendí defenderme a mí misma?

Entiendo que Cristo siempre denostó a los que se pensaban puros, como esa vieja anónima que el viernes llamó por teléfono a mi casa para hablarme de Dios (en vez de hablarme de ella, que habría sido más interesante). Tuve ganas repentinas de consultarle qué opinaba sobre el terrible caso de Akineh Mohammadi, la mujer iraní que está a punto de ser lapidada por haber cometido adulterio…

Quien escribe estas líneas apóstatas es alguien que se autodefine agnóstico, pero que a cierta altura de su vida decidió creer solamente en el ser humano de carne y hueso. Que, bien mirado, es quizá el modo más excelso de creer en un dios posible. Por eso admira a San Agustín, el más licencioso individuo que la iglesia tiene como Padre de ella misma. Lo admira por su noble capacidad de arrepentimiento. De igual forma, siente un entusiasmo encandilado por la vida y obra de Soren Kierkegaard, tal vez el único creyente de la Dinamarca de entonces. Tuvo la hidalguía de escribir Diario de un seductor, un maravilloso libro cuya finalidad fue exculparse de Regina Olsen, de quien estuvo fervientemente enamorado pero a la que abandonó por motivos religiosos. Lo hizo para quedar mal con ella, es decir, para que finalmente lo olvidara y no sufriera más. Esa gente sí que le despierta un profundo respeto. No la iglesia, que en nombre de Dios, lo excomulgaría si decidiese casarse por segunda vez. Y por qué? Porque este apóstata maleducado, gamberro y estúpido es divorciado. Ay, Dios tuyo… como decía un amigo ateo.

Un hombre puede llegar a poeta, sabio o santo (tres categorías filosóficas) por una mujer. Pero es la mujer que él no posee. La mujer poseída puede llegar a hacer de uno un contador, un abogado, un ingeniero… Con estos razonamientos geniales se salía Kierkegaard. O con sentencias así: Si te casas lo lamentarás. Si no te casas, también lo lamentarás. Y en esta terrible paradoja, plagada de fe religiosa, estaba encerrada otra de sus verdades angustiosas.

El autor del posteo de la fecha, finalmente agrega: -Señores de la Iglesia: dejen de ahuyentar creyentes, por amor a Dios! Aumenten su fe en los seres humanos y recuperarán la perdida credibilidad de la feligresía. Cesen de escupir al cielo. No es de buen cristiano mirar la paja en el ojo ajeno…

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