Una de las claves de esos eventos ante un cliente es tratar de convencer con sólidos argumentos sobre qué efectos producirá la propuesta en términos económicos.
Nuestra campaña puede llegar a ser aprobada porque realmente se la intuye como exitosa en el corto y mediano plazo. Pero a la postre, los empresarios quieren ver en detalle el costo final de esas acciones que se emitirán en los medios. Es como si ellos desearan saber “cuánto dolerá” y además, si verdaderamente se obtendrán ganancias. Es lógico todo esto; denota máxima seriedad.
Lo que el equipo publicitario debe decir y volver a manifestarlo es que, cuando un esfuerzo está en el aire, comenzará a moverse la aguja en la percepción del público. Y mencionar a Henry Ford, cuando sostenía que “si me quedara apenas 1 dólar en el bolsillo… haría publicidad”, nunca estará de más. Él sabía lo que decía, sin lugar a dudas.
Eso mismo sucedió el viernes pasado. Y regresamos con la buena sensación de haber hecho y dicho todo lo necesario para que la marca intente comenzar su búsqueda hacia el primer puesto en las preferencias masivas.
Este desafío es apasionante. Pone en juego la intuición y el saber pensar en prognosis.
Entonces, sólo resta el paso del tiempo, para evaluar resultados.
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