jueves, 11 de marzo de 2010

LA VIDA ES UN CASTING




-No quiero entrar en el juego… Me piden antecedentes y saben que ya he trabajado para ellos. Les dije que yo no hago casting!-, expresa enojado un querido amigo, refiriéndose a una empresa cuyo gerente es nuevo.

Error. Siempre hacemos castings. Mucho más en el terrero publicitario. Si lo sabrán los locutores! Y ni te cuento los actores!
Es más obvio que el que se dan los novios cuando se casan.

Siempre estamos rindiendo examen.


Conozco una chica, la invito a tomar un café y al toque empieza el casting! “Linda sonrisa… me pareció o tiene un diente cariado?” “Por qué se ríe con tanta estridencia?”. “Está más buena que el dulce de leche La Serenísima!”. A su vez, ella hace lo propio. “Me encanta su barba”, “Sería bueno si adelgazara unos kilos… “Es todo un caballero…”.

Parece que mi amigo no entiende cómo funcionan las cosas. Es demasiado orgulloso, sentimiento que no sirve en estos casos. Queramos o no, vivimos en un permanente escenario en donde cada uno de nosotros radiografiamos y somos radiografiados por el semejante.

Acudo al médico y mientras él chequea mi salud, a la vez chequeo su competencia. Salgo del consultorio y paso por una verdulería. “Esas paltas, ¿estarán muy maduras?”. “Me parece que los duraznos están pasados….”

De ahí voy a un barcito que prepara comida casera. Pido pastel de papas, lo pruebo y compruebo que no le pusieron los condimentos apropiados. Se lo comento a Mariana, la camarera. “Sí, pasa que el cocinero es nuevo…” Listo, no pido más pastel de papas.

Y así sucesivamente. ¿Para qué seguir sumando ejemplos tan patentes?

Hasta los emperadores llevaban esclavos en las carreras de cuadrigas; ellos le recordaban a su majestad la puesta en práctica de una virtud esencial.”Sé humilde, sé humilde…”, indicaban los siervos.

Mi amigo, finalmente, se quedó con el 100% de nada. Y disculpen este posteo tan evidente.