domingo, 26 de octubre de 2008

CREATIVIDAD Y PLACER



Estimo que la búsqueda del placer debería ser mayor que el cumplimiento del deber, sin perjudicar a nadie, se entiende; sin embargo, las sociedades ponen en penitencia a quienes van al encuentro de los instintos innatos, sabiamente provistos por nuestra naturaleza. Pareciera que esto se vinculara con la agresividad de los comienzos de la civilización, en donde solía verse como natural que quien mandaba –por lo general a través de la fuerza- era el dueño de la razón. Hoy mismo creemos sin discutirlo que nuestro jefe es el poseedor de una verdad incuestionable; más en estos tiempos, donde podemos perder el trabajo de un plumazo, aquí mismo o en el cualquier rincón del planeta, todos afectados por una crisis económica casi inédita.

“Si encuentras un maestro por tu camino, mátalo”. Creo que el alumno mata al maestro que no nos ama, al que no se involucra con nuestra personalidad, al que sin proponérselo apaga nuestro fuego interior, como si el educador respondiera a un mandato propio de algún Nirvana occidentaloide que le ordena “vamos, no sientas nada, así te liberarás…”

Hasta los niños rechazan enseguida, intuitivamente, a quienes no nos quieren, como si sus instintos captaran a un enemigo en ciernes, alguien que está a punto de censurar nuestros deseos. Así, debo hacerme el bueno, debo exhibir buenas notas. Al país donde fueres haz lo que vieres, son las reglas y al que no le guste, anatema. Y vamos creciendo a lo largo de la vida, sin posibilidad de reacomodarnos tal como querríamos, porque habrá un censor a mano que nos colocará en la senda de lo general. (Lo general no ha de cuestionarse nunca). Soren (suero) Kierkegaard, que era un religioso y espiritualista auténtico, odiaba lo general, la religión del niñito Jesús, por dar un ejemplo. Y también rechazaba a los profesores, entre los cuales me encuentro. Aunque, debo decirlo, me encuentro, pero en permanente estado de corregirme, para no caer en la tentación de creer que sé más que mis alumnos. (Una vez, uno de los chicos de TEA, ante el ejercicio propuesto, referido a hallar una nueva educación, tuvo una idea fantástica: -“Imagino una escuela donde los alumnos enseñen a los profesores…”, fue su aporte.

LA PROCESIÓN:

Antes de continuar con el desarrollo de lo que vengo escribiendo, me tomé un recreo para ir al supermercado. En la fiambrería estaba atendiendo Cristina. La saludé y le pregunté cómo andaba. “Mal, tengo la presión alta… es que me hago problemas por todo, pero no puedo decir nada porque me echan…” En vez de responderle “mirá vos”, le dije si sabía que podía cambiar su modo de pensar, por ejemplo, gestionando otras emociones (se lo dije más fácil, claro). “Lo que pasa es que me trago todo, la procesión va por dentro…” Pensé: mejor que vaya por dentro, porque ¿alguien ha visto algo más ridículo que una procesión religiosa, o un desfile militar? (Apóstata el que escribió lo anterior!) La clave es clara como el agua: Cristina no tuvo maestros (y padres) que le ayudaran a comprender lo que siente. Ergo, creció temerosa y es probable que no alcance alguna vez una felicidad posible. No digo que Cristina tenga que discutir con cada cliente quejoso; sólo sostengo que no hay necesidad –salvo cultural- de que la procesión vaya ni por dentro ni por fuera.

Entonces? Entonces, puede canalizar su bronca con respuestas anodinas. ¿Qué culpa tiene ella de los precios altos del salame o el jamón crudo? Podría contestar: -Tiene razón, el jamón está caríiiisimo (hay que decirlo extendiendo varias veces la letra i), hace meses que ni yo me puedo comprar 100 gramos… Final de la discusión. Vamos, que la protesta no estuvo dirigida a Cristina, pero ella entendió que sí. Por eso se hace mala sangre, y ahora lo cuenta para que me compadezca.

Colijo que sus maestros dejaron de consultarle qué la ponía contenta, cuál era la actividad que disfrutaba más que otras; si alguna vez sintió una procesión espiritual que no tenga que exhibir a nadie; si tuvo la gloria de sentir a un dios sin necesidad de estampitas, crucifijo en el cuello o iglesias. Si en alguna ocasión dejó de hacer el papel de buena, dando rienda suelta a lo que la sabia naturaleza le marcaba…

Mis amigos, allí es donde creo que mora la creatividad: en la puesta en marcha de los deseos. Y al que no le guste, que reviente. Perdón, esto último fue un chiste. Y mis disculpas también por sacarle letra a quienes transcurren por la vida negociando con la religión o la bondad impostada.

Ellos son tan buenos y yo vengo a decirles estas cosas, justo hoy domingo, Domingo…

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