domingo, 17 de agosto de 2008

CREATIVIDAD Y AUTOCONOCIMIENTO


Cuáles son las emociones de uno en este mismo instante; en qué influirán cuando me disponga a hacer algo, a emprender una acción para tal o cual objetivo; cuáles son las fortalezas que vengo reconociendo en mi persona; cuál es mi grado de confianza… Son miradas introspectivas que salen al cruce deliberadamente. Preguntas cuyas respuestas ayudan a la creatividad, habilitando un estado de serena libertad.

Bien, estoy con un ánimo alto, o… no me encuentro con ganas de trabajar, esta es la alternativa debidamente registrada en mi ánimo presente.

Ok, me dejo llevar por impulsos negativos o gestiono una salida para cambiar las impresiones que no arriban a nada claro. Cómo manejo todo esto? Estoy convencido de que al superar las contrariedades, luego disfrutaré de no haber procrastinado lo que debería resolver ahora. Y el goce aplazado aparecerá en su momento, convertido en buen talante.

A ver, me traslado hasta el almacén de mi cerebro –al igual que el de todos- y me encuentro con estas cifras escalofriantes: 100 billones de neuronas; 1.000 millones a 1.000 trillones de conexiones posibles. Bien, cómo lograr esas conexiones? Nada más y nada menos que viviendo, que es lo mismo a ir aprendiendo, emocionándome con otros, atravesando experiencias de dolor o de placer, caminando por lugares no transitados y dejando alguna huella personal, de ser factible.

Tendré que saber manejar el estrés, reconstruir vínculos, trabajar en equipo, habilitar un sentido de pertenencia, viajar para vivenciar no tanto lo que me ofrece el paisaje exterior sino el interior, o sea lo que descubro de mí mismo; apasionarme ya (sin pasión todo parece mecánico), poniendo pilas en lo que estoy haciendo.

Nada más? Falta, falta… recuerdo entonces que vale la pena ser catalizador de talentos sueltos, ayudarlos a provocar la chispa de rentabilidad, que es también mi feedback; a su vez, ampliar mi network, a sabiendas que los contactos siempre serás válidos; deberé esforzarme por enviar mensajes claros a los demás, tratando que me comprendan sin ruidos en la comunicación; accionaré la empatía para entender al semejante; iré a máxima velocidad con la alteridad, para sentir tal cual siente el que está enfrente de mí; también haré lo mejor posible para que los clientes se hallen a gusto con mis trabajos…

Todas las cuestiones supradichas no son el catálogo del niño bueno o del señor maduro que se porta bien. Son acciones que le echan flit al masoquismo, a lo insalubre; llevan a lo que uno maneja para beneficio de las partes. Ya dijimos en posteos pasados que no es necesario un estado de locura para llamar a las musas de la creatividad! Pensarlo es un disparate sin calificativos! Hay que ser bastante cuerdo para trabajar bien, salvo que queramos hacernos los locos sólo como un recurso válido puntual, manejable y pasajero.

Y las técnicas creativas propiamente dichas? Y los ejercicios que ayudan a convocar a las musas? Y esto y aquello, quedan afuera? Para nada, suman y cómo! Todo se interconecta, lo que fuimos y lo que somos; también lo que querríamos ser… imaginarlo impulsa más el pensamiento.

El conócete a ti mismo, proclamado por los griegos hace siglos, cada día se reactualiza indubitablemente. El recreo de pensarse de vez en cuando, nunca pagará mal.

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