Ayer tuve la grata sorpresa de recibir un correo del Dr. Rodrigo de PAULA, político misionero, oriundo de Apóstoles, capital de la yerba mate. Rodrigo es un amigo honesto, de esos que no parecen políticos, con un talento tan grande que una vez le dije: -Rodri, no parás hasta ser presidente de los argentinos...
La cuestión es que lo conocí cuando me convocó para que articulara una campaña donde se postularía para intendente apostoleño; así fue, y aunque no salió electo -la provincia es hiperperonista y él de la UCR- hizo una elección sumamente digna. Es que por entonces no lo conocía mucha gente, pero desde que salió a jugar fuerte pudo posicionarse y continúa creciendo hasta el presente. De PAULA ya se ganó su espacio, es más respetado que al principio, su carrera seguirá hasta la primera magistratura, pues el destino no puede cambiarse así nomás.
A todos quienes piden mi colaboración les digo lo mismo, de entrada: por lo general, la víctima vota al victimario; es como si entre el pueblo y el candidato se gestara una especie de síndrome de Estocolmo (palabra que tienta al chiste evidente, esto es el colmo, pero nunca más cierto!).
Para que el pensamiento colectivo cambie deberá atravesar muchas circunstancias aleccionadoras, como pasó en mi querida Santa Fe, que se cansaron de la contumacia de votar por quienes destruyeron la provincia y dieron finalmente su apoyo a Hermes Binner. Una lástima que años antes dejaran de dar consentimiento al Changui Cáceres, a quien también articulé la campaña para la gobernación. Recuerdo que vivimos una gesta previa que fue majestuosa: Changui consiguió ganarle la interna a su correligionario Horacio Usandizaga, hombre fuerte de Rosario. Victoria casi imposible, porque el vasco tenía una inserción inamovible. Sin embargo...
Igual pasó con César Chacho Jaroslavsky, cuando luego de hacerle campaña un mes seguido, viajando en una combi, le ganó al gobernador entrerriano Sergio MONTIEL, otro de los caratulados invencibles...
Qué tiempos aquellos! No existía demasiado el voto electrodoméstico, ni se votaba tanto con el bolsillo... sino por los ideales, aunque quedaran solamente migajas.
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