domingo, 4 de mayo de 2008

LA METÁFORA NOS DISTINGUE DE LOS DEMÁS ANIMALES. SEGUNDA PARTE


En la entrega anterior, al referirnos a las diversas técnicas para provocar la creatividad, hablamos de la sinéctica, la biónica, los Seis Sombreros Para Pensar, el googletorming… Bien, en la caja de herramientas de la tecnología para la creatividad, hay decenas de motivadores. Pero siempre es conveniente grabarnos a fuego que necesitamos UN DISPARADOR. Cualesquiera, puede ser coherente, arbitrario, disparatado, musical, organoléptico, todo sirve, todo suma, todo garpa. Por qué? Porque es importante comprender que el pensamiento está en todo el cuerpo, por lo tanto es buen ejercicio prestarle atención a cuanto nos sucede con ese vehículo viviente.
Un disparador puede hallarse en la lectura de un diario, un libro, un CD de melodías, en fin. Todo de todo. Y luego, dejar que el hemisferio derecho haga de las suyas, mientras realizamos actividades que nada tienen que ver con el trabajo específico pendiente. (La musa se presenta mientras corremos, caminamos, jugamos el tenis, cocinamos, nos bañamos; o sea, cuando nos alejamos de lo que buscamos. Para mirar algo, primero hay que soltarlo, ha dicho un biólogo prestigioso como Maturana.) Porque el hemisferio izquierdo es el racional, convergente, analítico. Y el derecho es el divergente, intuitivo, no lineal, subjetivo.
Suelo hablar con mis alumnos sobre el inventor más reconocido del mundo, Yoshiro Nakamats, que tiene la experticia de producir un nuevo invento por día. A partir de este caso, procedemos a jugar a ser los Nakamats de Tea o Artilaria, lugares donde frecuentemente doy clases. Y lo relevante es que la mayoría de los alumnos -que jamás sospecharon que dentro de ellos dormía un creativo lúcido- inventan cosas increíbles a partir de palabras arbitrarias salidas de sus cabezas, palabras divertidas y jamás escuchadas en otro sitio, sino durante el proceso del juego. Bien, esas palabras serán los disparadores para el hallazgo de algo nuevo: un producto, un objeto, un servicio, un diferente sistema educativo, un automóvil inteligente, una casa distinta, un remedio revolucionador. Claro, después vendrá conseguir lo más puntual: una idea de marketing para esa idea, pues dejaría de servir si no se trazara un camino para realizarla y luego venderla. Y, obviamente, que la compren los demás, que sientan que será útil para sus vidas.
Repito mi clásico cliché: uno es creativo siempre, y es inevitable. Sólo falta ponerse en marcha, partiendo de la confianza en ello.
Fíjense, amigos de Palermizate y de este blog, que cuanto he escrito hasta el momento remite a los designios insospechados de la metáfora.
Un punto axial: para crear hay que darle valor a las conversaciones. Necesitamos de un frontón, de una devolución, de una alteridad, de una otredad. Durante el ciclo de la vida, conversemos con cuanta gente podamos. Esta página ya es un camino dialógico, puesto que escribir tiene algo del conversar; es que, durante la redacción, uno se imagina parloteando animadamente con posibles lectores, usuarios permanentes de esa cualidad insustituible llamada lenguaje.

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