viernes, 6 de junio de 2008

LOS SECRETOS DE MOZART, LENNON... O LOS TUYOS


“Me esfuerzo y no me sale nada, ni una flaca idea tiran mis neuronas…
Cuál habrá sido el secreto de genios como Mozart, Lennon, el Dante, Shakespeare? Bueno, no pretendo llegar a tanto… A ver, vamos a ejemplos más locales: qué harán Pedro Aznar, Spinetta, Marta Minujín, Sábato, para conseguir producciones tan redondas?”

Así habremos pensado más de una vez. Y como la respuesta quizá sea “Aznar es Aznar, Spìnetta es Spinetta… ellos son capos pero yo no…” dejamos nuestro propio intento experiencial de lado y cambiamos de caballo, abandonamos el barco.

Error. Ellos, como cualquiera, fueron dueños de un secreto que para nada debería ser un secreto. En vez de declinar frente al ataque de sus propias dudas, vacilaciones, inseguridades, dieron un primer paso. Resultaron ser tan humanos como vos.

ESTE ES EL SECRETO: COMENZAR.

“No, no puede ser, ellos la tenían clara, no es posible que dudaran, no puede ser tan fácil…”

No me canso de insistir, aunque alguna vez me voy a agotar de tanto explicarlo: Cuando mirás la vida sin ponerle acción, ésta se nos presenta desordenada. Cuando comenzás aunque sea con una primera palabra que formará parte de tu novela, de tu poema; cuando das un trazo en la tela que vas a usar para plasmar tu pintura; cuando tirás el primer acorde de una nueva melo; cuando tomás la arcilla y comenzás a dar forma a tu futura escultura… se inicia el ordenamiento de la inspiración. Know that versus know how… por ahí va la cosa. Saber qué, no es tan importante; saber cómo, es otro cantar. Y saber cómo no es una entelequia, es pura acción. No es veleidad sino la quintaesencia de la voluntad.

Hay que laburar, master! Hay que sudar, campeón! Hay que salir de la calma chicha, fiera!

ESE FUE EL SECRETO DE MOZART, LENNON Y AHORA ES EL TUYO.
Probalo, animate, salí de las dudas, hacé algo por más que no seas un genio! Y seguí tus instintos. No te preocupes por lo que sobra. Lo que sobra son las opiniones poco generosas de los demás; los propios desalientos, los miedos tramposos.
Y sumo otra clave reiterada en este blog: EQUIVOCATE LAS VECES QUE PUEDAS! PORTATE MAL! QUE HAY TIEMPO PARA CORREGIRTE.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Estos tios no sabian lo que hacian, y no la pensaban tanto, jugaban con sus instintos y se dieron cuenta que divertian a los demás. De alguna manera se sabían centradamente irreverentes, sin guiones ni estructuras, sin porques y por cuantos. Allí esta la verdad de la milanesa, o acaso el pan rallado alguna vez se preguntó a que parte de la vaca estoy cobijando con mi rebozo, eh?

Domingo Lupis dijo...

Querido Luis, escribí tu libro, lo hacés de la hostia!

Claro que ellos eran irreverentes. No sé si no sabían lo que hacían. De todos modos, cuando uno hace se olvida de todo! Eso les inculco a mis alumnos, a animarse a más, como el eslogan de la gaseosa.
Gracias por participar de mi blog. Quiero más, amigo conde Janos Leseos! (Esto último está encriptado, sólo vos y yo sabemos a qué cháchara nos referinos.)

Un abrazo!