miércoles, 7 de enero de 2009

EL LOCO BENITO



(Este posteo está dedicado a mi nueva amiga, la venezolana Magdalena GRIMALDI, un monumento al optimismo)

En algún posteo del año pasado les conté que soy santafesino, aunque nací en la ciudad de Reconquista, en la que viví muy poco tiempo. Mi padre solía contarme las aventuras de El loco Benito, un muchacho que pertenecía a una familia distinguida de esa ciudad. Lamentablemente, Benito tenía una conducta bastante fronteriza, y sin embargo no le hacía daño a nadie salvo a sí mismo.

Una de las anécdotas más conocidas memora que Benito iba a la tienda del judío Hachuel, a comprar batistín rojo, que usaba para atrapar ranitas, algo que le gustaba mucho. La cosa es que le hacía cortar varios metros de tela ... Hachuel se la envolvía, Benito pagaba y... de golpe ¡salía corriendo como un condenado! Al primero que encontraba, una vez en la calle, le decía: -Ehhh... ¡lo embromé al judío Hachuel... le hice cortar 10 metros de batistín, se lo pagué y salí corriendo...!

Este relato viene a cuento de una charla vía mail con Magdalena, justamente en las primeras horas de hoy.
Las cosas son bellas, grandiosas y maravillosas en ella (la vida). Pero no nos enseñan a verlo así. Tristemente se programó al ser humano, la gran mayoría, a verla llena de dificultades, lo triste, lo que el otro dijo e hizo... escribía Magda en su correo.

Adhiero a sus palabras. Sin caer en el facilismo de un optimismo sacado con fórceps, obvio. Recuerdo la frase de Chaplin, cuando expresó la vida no tiene sentido pero hay que dárselo. Porque las cartas están echadas desde que uno nace, es una inevitable realidad. No hay otra que pelearle a las adversidades como fuere.

Nací, estoy vivo, tengo problemas como todo el mundo (que tiene problemas). Qué hago? Voy a lo de Hachuel y lo dejo plantado con lo que elegí? Porque, pensándolo bien, yo no elegí venir al mundo; quizá haya sido un regalo para mí (o no sé para quién). Pero es lo que hay, como se dice ahora. No puedo salir rajando, porque con eso no obtengo nada. Stop! Nos queda pensar creativamente, aunque sea engañándonos a nosotros mismos. No estoy diciendo está todo bien, eso sería emularlo a Benito. Quizá convenga imitarlo al tipo que estaba por morirse y le dijo al cura: -No me voy a morir un comino. Quiero saber en qué terminan los líos que hay en mi familia.... Y no se murió!

Mis disculpas a los lectores por este torbellino de optimismo, real o inventado, pero quiero saber en qué termina mi existencia. Aunque tendré que esperar a seguir viviéndola.

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