domingo, 18 de enero de 2009

LA CERTIDUMBRE NOS NIEGA LA REFLEXIÓN



Varios científicos y neurobiólogos aceptan el concepto de que la experiencia humana es descentrada, es decir que no está solamente en la cabeza. Porque parece que somos una suma de concurrencia de flujos relacionales, posturales, emocionales, donde también concursan los recuerdos, las fantasías.

Venimos hablando de lo difícil que es incorporar nuevos paradigmas; alguien que cree en la existencia de un dios seguramente rechazará de plano la idea darwiniana que sostiene venimos del mono. Menos aceptará que afirmemos que tenemos tres cerebros: reptiliano, mamífero y humano.

Cuando lo charlo con alumnos, siempre trato de respetar sus creencias religiosas, aunque hago una salvedad: científicamente las cosas descubiertas nos instalan en otro paradigma. El paradigma la tierra es el centro del universo refutada por Galileo le valió la reclusión perpetua por parte de la iglesia. Y así miles de ejemplos que vamos a obviar.

(Recuerden que igual sucede con el arte: romper un paradigma podría condenar al ostracismo de la incomprensión, la burla, la ofensa…)

Los últimos descubrimientos nos revelan con una fuerza indiscutible que si veo un objeto verde, hay una activación anterior del sistema motor… ANTES de que diga verde. La corteza motora antecede a la percepción misma. En consecuencia, afirman que la naturaleza de la mente no es ni existente ni no existente. Seguramente, hay un sentimiento de existencia, pero a ese mismo sentimiento no lo puedo tocar.

Hace varios meses y acaso recientemente hemos machacado en el valor del know how como fenómeno más importante que el know what. Por qué? Justamente por lo señalado más arriba, pues al entrar en acción se activan en nuestro cuerpo todos los flujos relacionales que concurren en ese momento.

Mi viejo me decía: -Dominguito, la verdad es un punto de vista…

Le contestaba: -Lo que terminás de decir es precisamente un punto de vista; desconocía que mi respuesta encaja con lo que se llama dilema infinito.

Alguna vez lo escribimos pero vale la pena recordarlo: Platón le decía a sus discípulos “lo primero que diga Aristóteles será mentira”. Aristóteles respondía: “ Lo último que diga Platón será verdad.” Cuál proposición es la que está en lo cierto? Ninguna, porque si Platón dijo verdad, a la vez dijo mentira. Y si Aristóteles dijo mentira, al mismo tiempo dijo verdad. La clave es que cada una de las dos proposiciones contiene a la otra. Resultado: la verdad es mentira. Pero lo que mi viejo quería decir es que había que tener prudencia, antes de dar algo por verdadero.

Lo que casi nadie discute a esta altura es que al ponernos en acción, los flujos relacionales de golpe se unifican.

Hay cosas que naturalmente están fuera de nuestro control, pero podemos cambiar el modo en que percibimos esa realidad.

Cómo? Aceptando lo fáctico para volver a tomar el poder; hay miles de motivos para saber que luego de la noche sale el sol. Ahora, si creemos que estamos en lo cierto con lo que sentimos, a la vez será engorroso dejar lugar para ir un poco más allá. Que en una de esas, saliendo de la barrera autoimpuesta, percibimos que las cosas, de golpe, cambian.

Cierto, si estoy mal no tengo ganas de hacer algo. Hasta ahí nuestra certidumbre. Pero, probemos, tal vez sea verdad que al recuperar el movimiento dejamos de tener pulsiones negativas. Como le dijo un terapeuta veneciano a un amigo: -No se preocupe tanto... Los acontecimientos sucederán lo mismo…

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