jueves, 5 de febrero de 2009

TRANQUILO, VENANCIO...




Hay una variante extrema a las técnicas creativas que propusimos ayer y anteayer. Refresquemos: el martes, la clave fue deformar problemas; ayer, empeorarlos. Hoy viene a escena la técnica de quedarse quieto, inactivo, inmóvil, como la frase campesina Tranquilo, Venancio… que en mis pagos significa no te preocupes. Averiguar qué sucedería si decidiéramos cruzarnos de brazos. Podría denominarse también la técnica del negador de problemas.

Y qué pasaría entonces? Cuáles serían las consecuencias de no hacer un comino?

La costumbre más corriente es darse cuenta de un problema e intentar corregirlo. Bueno, aquí se trata de escribir los resultados como consecuencia de ingresar a un estado de inacción. Una especie de huelga, declarada por Moyano.

El disparador podría ser un simple: si no hago nada para solucionar la falta de nuevos ingresos, las consecuencias serían tales.
Cuidado, hay que afinar bien la punta del lápiz y empezar a escribir al detalle.
Porque allí aparecerán soluciones alternativas, dalo por hecho, le pongo la firma.

Cuando uno lee lo anterior no hay que quedarse aullando como perro que ve difuntos. Porque a esta altura de la nota, el título ha quedado apenas como anécdota. Llega la hora de ponerse a prueba.

Pensá en un problema que tengas. Toma papel y lápiz y titulá ME QUEDO QUIETO. Luego, comenzá a bajar data, consecuencias del no hacer. Al toque empezás a ver soluciones.

Probalo, y quizá agradezcas como el correntino que quedó pipón, luego de un pantagruélico almuerzo organizado por un candidato a diputado radical: -Muy rico tu asado…viva Pirón, viva Pirón!

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