domingo, 13 de julio de 2008

ORQUESTACIÓN MUSICAL Y CREATIVIDAD



Días atrás, una amiga me preguntaba qué factores se presentan en el momento creativo; se refería a qué era lo que entraba en juego. La respuesta sería: todo. Pero, como ya sabemos que todo es nada, conviene explayarse un poco.

Todo, sería sinónimo de la formación en variadas áreas; un creativo está familiarizado con la mayoría de las disciplinas del arte. Pero igual se queda de a pie, porque debería también importarle algo de las ciencias duras y blandas.
Y viajar? Claro. Y explorar? Obvio. Y cocinar? Por supuesto, chocolate por la noticia! Un comercial tiene condimentos (palabra de la jerga cocinera) propios de esos momentos en que preparás un plato con cierta originalidad.

Pero, querría consignar en este artículo un ingrediente que no debería faltar: saber interpretar los arreglos orquestales de una melodía. Me refiero a aquellos que se usan en múltiples composiciones; está claro que hay canciones que suenan bien a capella o con un único instrumento.

Un arreglo define la calidad de una composición; si es excelente, hasta puede mejorar una melo no tan bien pensada. Y al revés, puede afear una inspiración sublime.

Una vez, mi amigo Fabio Notaro, arreglador italiano de exquisito gusto, me dijo: -Si me das una tela de arpillera, me va a costar hacer un vestido estilo Cocó Chanel… Qué buena observación, porque arreglar es similar a la realización de un diseño de ropa.

Como me he criado en un ambiente musical, es curioso comprobar lo poco que se sabe sobre esto. Por lo general, el público disfruta de una escucha global, no está mal. Pero hay un estadio superior que es tener una doble escucha: por un lado la melodía y por el otro la majestuosidad inspiradora del arreglador que se encargó de darle vida.

Es que detrás de una composición se establecen diálogos entre los instrumentos; a veces discuten, a veces entran en una calma budista; otras, te trasladan a diversas galaxias emotivas. Los violines, cellos y violas aparecen en plena charla animada con la música central. De golpe, ingresa un arpa en sintonía con un oboe, y construyen un momento diferente. Los vientos clásicos (saxo, trompeta, trombón) comienzan a pintar un paisaje vigoroso; la flauta traversa juega sobre la cabeza de ellos. Y paro aquí, para deducir que lo que estamos urdiendo en el acto creativo funciona parecido a la labor del arreglador; luego, la obra final se lanza con un soporte que pasó por infinitas instancias. Y ellas desfilaron por nuestra cabeza en décimas de segundo. Eso es el tan mentado know how
.

Hace algunos años, el cantante de tangos Guillermo Fernández, fue a vivir a USA. Cambió de género musical y se dedicó a los melódicos. Para cuidar su imagen física, se trasladó hasta un estudio dedicado a mejorar la planta de los frontman´s. Pagó algo así como mil dólares. Cuando estuvo frente a frente con el experto, le preguntó qué necesitaba cambiar. La respuesta, luego de mirar un rato y hacer tiempo, fue: -Nada, dejate todo como está. Es decir, Guillermito tuvo que comerse el garrón de haber oblado un dineral. Pero la palabra final que escuchó le dio certeza y seguridad.

Así como un buen texto de humor no está centrado en lo que se dice cuando lo define el gag sino en el contexto del relato, un score de dirección musical te muestra en papeles lo que va a movilizarte hasta el último pelo.

Son sutilezas, chanzas, sabiduría, complicidad, arte y encantamiento de birlibirloque.

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