sábado, 5 de julio de 2008

UNA CUENTA PENDIENTE PARA VOLVERNOS CREATIVOS


Educar en la diferencia es tarea aún no resuelta en los sistemas educativos. Aprendemos a sumar y restar; se nos enseña historia y geografía. Pero no se nos inculca el valor de sentir con y por el otro, en franca alteridad. La ética empresarial entiendo se inicia con la de las personas que la integran.

A ver, pensemos juntos: supongamos que mañana me llamaran para un coaching sobre creatividad in company. Mis intenciones pedagógicas serán las mejores que pueda llevar. Ahora, ¿cómo estoy seguro de que la audiencia activará una visión plural del yo, volcado en el nosotros? Y qué contacto tiene esto con la creatividad? ¿Sólo respondiendo que el todo es mayor que la suma de las partes, y en consecuencia deberíamos conjuntar voluntades para conseguir un común resultado?

Si recitara, por dar ejemplos, el poema inglés que dice: Por un clavo se perdió la herradura; por una herradura se perdió el caballo; por un caballo se perdió el jinete; por un jinete se perdió la batalla; por una batalla se perdió el reino. Sinopsis: por un clavo se perdió el reino. Resumen sencillo de la teoría del caos. Ok, ¿se entenderá?

Cuando le preguntaron a Conrad Hilton cuál era la clave del éxito, contestó: La clave está en poner la cortina de baño adentro de la bañadera. ¿Será factible introyectar en otro la profundidad de dicha respuesta? Sin lugar a dudas, sí. Únicamente, si cada integrante hace de la alteridad un ejercicio cotidiano.

Biólogos, antropólogos, psicólogos, filósofos, se esfuerzan por estudiar las formas de conocer las cosas del mundo, en donde por sobre todo se percibe la policromía de su finitud.

Sí, claro que podemos transferir la más bonita tecnología de la creatividad, pero la vida del hombre transcurre en medio de pensamientos, sensaciones, contingencias propias y ajenas. Es aquí cuando pienso que la actitud creativa comienza mucho antes que cualquier proceso tendiente a mejorar circunstancias puntuales. Empieza por tramitar otras formas de pensar, de sentir. Yo pienso, yo siento, pero al otro le pasa igual, por tanto es valioso para mí y para él… sería un modo simple de entender la necesidad de cambio en el paradigma, inveterada cuenta pendiente que olvida la otredad, valor absoluto de la caridad. Pienso luego coexisto, sería una reformulación posible del cogito cartesiano. Y comprenderlo, nos parece abrirá una nueva puerta para el mejoramiento del ser subjetivo.

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