domingo, 4 de enero de 2009

SABER TRATAR CON EL VECINO NOS HACE CIVILIZADOS, O ALGO ASÍ...



Dicen que el trato con el vecino define la clave de la convivencia a lo largo de la vida. Este aserto no refiere solamente al que mora al lado de nuestra casa, sino a los seres humanos que habitan el orbe. De cómo te lleves con otro, dependerá en mucho tu desenvolvimiento en el amor, el odio, la indiferencia. Esta cuestión de las conductas humanas es algo que siempre atrajo mi atención, por eso, durante muchísimos años estuve bajo la supervisión de excelentes terapeutas que con bastante esfuerzo fueron perfilando mi psiquis, para que supiera soportar las vicisitudes diarias del mejor modo posible, las propias y ajenas. El trabajo terapéutico ayudó en mucho mi performance creativa, porque dentro del proceso de generación de ideas, hay que llegar algunas veces al paroxismo (exaltación de afectos y pasiones al extremo) y luego saber regresar.

Todo pareciera que funciona bien con el correr de los años. Hasta que un buen día tocan el timbre de mi casa y se hace presente una vecina-vecina (ésta sí que vive al lado de mi casa), saluda y me ordena: -La enceradora… (las últimas sílabas do-ra, las pronuncia con un cantito)

-Sí, enseguida,
respondo, como si estuviera en falta. Le acerco el aparato y ella se va de lo más campante.

Como la escena es presenciada por una amiga, enseguida le aclaro, con culpa ajena: -Esta mina es divina, es para casarse, llamen a un cura… Tiene su propia enceradora, una vez se la quise arreglar pero descubrí que el cable estaba cortado en varios lados. La conclusión a la que llegué, luego de hacer un master en Harvard, fue que HABÍA QUE CAMBIAR EL CABLE. Bien, la dama no lo cambió un comino. No, siguió pidiéndomela por lo menos una vez a la semana...

Hasta aquí todo ok. Soy un buen vecino, buen samaritano si los hay. Mas resulta que aún no me la ha devuelto, lo cual potencia mis deseos de contraer matrimonio con ella. Debe de ser genial estar casado con una mujer así, que trabaja de buena y me saluda como si nada hubiera pasado, que le importa un rábano lo que yo opine. Quien te dice, allí tal vez more la clave para que a uno le vaya bien en la vida...

Ustedes, algunos de los cuales sienten afecto por mí, preguntarán y por qué diablos no se la pedís? Para responder tendría que hacer un neurótico exordio psicoanalítico -apelando a lo poco que aprendí por prepotencia de laburo terapéutico-. Dicho preámbulo es un ejercicio realmente creativo. Lo primero que debo decir en prólogo galeato (galeato, antiguamente, era escribir en defensa propia) es que necesito averiguar hasta dónde llegará la susodicha. Luego, quiero observarme, sí, observarme a mí mismo cuando le diga si te viene bien, pasame (devolveme) la enceradora.

Esta doncella ayuda a imaginarme su vida cotidiana. Por ejemplo, seguro que llama a los programas de radio y dice literalmente. –Hola, Formento, habla Clara, de González Catán, el programa está muy bueno, sigan así (así como?). Respondiendo a la consigna de hoy, las vacaciones más lindas que pasé fueron en Mar Chiquita, con mis suegros; nos tocaron días preciosos. Bueno, saludos para los que me conocen… (los que te conocen no responderán tus saludos.) Clara acaba de hacerle a Formento una revelación conmovedora, estoy emocionado hasta el caracú.

Clara, de González Catán, seguro que tiene una hermana. Y me juego la vida es nada menos que mi vecina! Salute!

Otra cosa que imagino de Clara (de González Catán) es que apuesto doble contra sencillo que envía a sus amistades power points que hablan de la importancia de ser honesto, generoso, altruista, creyente…para seguir jugando el papel de buena. Powers con fotos de naturaleza exótica y música de Alain Debre. No, mejor, aún, esos correos son los que terminan diciendo: Si no lo reenvía a 10 de sus amistades, 2009 le será una desgracia. Sí, mi vecina y Clarita son así.

La cosa es que ella tiene MI enceradora. Ande yo caliente y ríase la gente.

Lindo comienzo para un guión de cine, no? Porque escribir también es recordar aquellas pequeñas cosas que hacen de la vida un incordio.

Mi vecina es una diosa, buen título. Luego, hay un crimen en el medio. Debo de mantener tensos a los espectadores. Pero, será cuestión de empezar… quizá cometiéndolo de entrada, nomás. Para qué esperar, como hago con mi enceradora civilizada...

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Domingo
Existen varias explicaciones con respecto de la relación de tu vecina con la enceradora:
1. Tu enceradora encera mejor que la de ella. Demora su devolución porque espera que olvides el préstamo para quedarse con ese preciado electrodoméstico. Es probable que intente golpearte la cabeza para provocarte amnesia y lograr su objetivo. Te recomendaría que comiences a usar casco cuando salgas de casa.
2. La enceradora es la excusa para verte todas las semanas. Tu vecina persigue fines amorosos. ¿No pensaste en el alto simbolismo erótico de la enceradora? ¿Qué hace la enceradora? Frota y frota. Bueno, es obvio. Lo más probable es que ella misma haya roto el cable de su enceradora. Ahora mismo está esperando que vayas a tocarle el timbre, por eso mantiene a la enceradora de rehén. Es más, apostaría a que tiene el departamento alfombrado.
3. Tu vecina es una aprovechadora a la que no le importa si vos querés encerar el living cuando se te da la gana (¡para eso uno tiene una enceradora propia!). Ya usó la enceradora y la tiene de perchero. Mi recomendación: vengate sutilmente (ring raje, llamadas con jadeos, martillazos a medianoche, cociná coliflor, hacé una fiesta con travestis, conseguite un perro que le haga caca en la puerta...)
Espero que recuperes pronto la enceradora!
Sds!

Domingo Lupis dijo...

Ves que tengo razón cuando hablo de vos! Me hiciste morir de la risa!
Todas las posibilidades son "posibles", con perdón de la redundancia.

Pero lo que sugerís para hacerle la guerra no tiene precio. Con tu permiso, lo publico en mi blog, querida amiga! Está genial!

Besos