lunes, 9 de marzo de 2009

CÓMO VENDER UN PERSONAJE ¿? QUINTA ENTREGA



Habíamos quedado en el momento que señalábamos: una cosa es ser inteligente y otra es saber pensar…y que los inteligentes se cuentan por millones. Ahora bien, saber pensar requiere de un procedimiento complejísimo, más conectado con la subjetividad, es decir con la abstracción necesaria para entender cosas que no están a la vista. Tiene mucha vinculación con la inteligencia intuitiva; ella nos hace olfatear cuando nos quieren meter el perro, o hacer pasar gato por liebre. Si uno acepta de buenas a primera un candidato, un producto o lo que fuere, sin pasarlo por un filtro reflexivo, entonces la culpa no la tendrá el chancho, siguiendo con las metáforas animalescas, sino el que le da alimento.

Así, y retomando el tema político, unos cuantos vivos, denominados image markers, entre cuatro paredes, comienzan a construir la imagen de un candidato, a sabiendas de que nunca se votará por alguien sino que se comprará psicológicamente a determinado personaje. Éste tal vez cuente con la astucia de los mediocres, y además sea bicho para manejarse holgadamente con la gente. Pues, entonces, se procede a convertirlo en héroe, o sea que se busca el modo de potenciar su personalidad para llevarlo al estadio de salvador. No importará su ideología sino el modo en que saldrá a escena Y aunque chillen algunos, adhiero a los que coligen que un candidato es un producto de consumo masivo. ¿Creen que no es así?

Consulten al brasilero Duda Mendonza, que llevó al pejotista De la Sota a ganar la provincia de Córdoba, férreo bastión radical. O a Jacques Séguéla, asesor de Francois Mitterand. La clave entonces será satisfacer una necesidad psicológica de la masa. Y si el estudio de mercado revelara que Córdoba está cansada de pagar impuestos excesivos, ahí mismo estará la bajada publicitaria, es decir el concepto bandera que hará distinguir al candidato del resto.
Concordantemente, De la Sota prometerá entonces una marcada reducción de las contribuciones tributarias. Y así ganará la segunda provincia más importante del país.

Esta parte –qué necesita escuchar el votante- es la más complicada de descubrir.

Por ejemplo, el eslogan Síganme fue una copia al de los jeans Jesús, de España. Se le agregó no los voy a defraudar, y listo. El candidato ganó tres veces las elecciones presidenciales; la última, arruinada por el ballotage. Curioso caso de contumacia popular, único en el mundo. La gente parece que no tuvo suficientes razones para dejar de votarlo. ¡Pero después le echó la culpa de todos los males argentinos al riojano!

Y por qué pasa esto. Aquí es donde entra a la cancha no la inteligencia sino el saber pensar. Saber pensar es sinónimo de no comer vidrio. A pesar de esto, la gente no se da cuenta de su enorme poder para decidir el destino de una nación. No, se deja subyugar por los fabricantes de imágenes. Es como dejarse convencer por espejos de colores. ¿Grave todo esto? ¡Gravísimo!

Hoy, por ejemplo, Venezuela lo tiene a Chávez. Hasta hace un tiempo, su ministro de educación fue Aristóbulo Istúriz, correligionario de Andrés Velásquez, sindicalista del gremio Sutiss y candidato tres veces a la primera magistratura. Andrés alcanzó, durante tres períodos, la gobernación de Ciudad Bolívar, por el partido La Causa Radical.

Lo conocí en el 85, cuando visitó nuestro país acompañado por Istúriz.

No sólo fui su anfitrión durante la visita que hizo al Congreso de la Nación, sino que le di una mano para su postulación presidencial, como pude. Velásquez me parecía un candidato honrado; conoció lo que es luchar encarnizadamente por el gremio de la siderurgia y por los derechos de los trabajadores. Era dueño de una fuerte ideología parecida a la de Lula, además muy amigo del venezolano.

Muchos años después, pude ver un video en donde estaba el profesor Istúriz, entonces alejado de Velásquez y nombrado ministro de Chávez. En él se mostraba a un niño que –ante la presencia del actual presidente de Venezuela- repetía como loro un discurso que le cantaba loas al primer mandatario. Imagino qué habrá pensado Velásquez de su otrora compañero de ruta. Por cierto, daba vergüenza ajena, porque se notaba a la legua un burdo montaje cuyo objetivo uno no sabe bien cuál fue. ¿Conmover a las masas? ¿Emocionar a los inteligentes irreflexivos? ¿Sensibilizar a los televidentes para mostrar un nuevo estilo? No alcanzo a entender por qué Aristóbulo pudo permitirse algo así. Eso no demostraba precisamente que él fuera un buen ministro de educación, al contrario.

Como no encuentro el video en You Tube que exhibe lo que termino de relatar, les muestro algo similar. Un niño predicador que evidencia lo que es ofender a su Dios. Para comprender todo esto no hay que ser inteligente sino saber pensar. Da escalofrío, mucho! Y este mismo niño de 8 años aspira a ser presidente de Perú, en un futuro tal vez no tan lejano...

(Continuará)

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Es una mezcla de Chavez con Fidel Castro...realmente mostruoso!

Domingo Lupis dijo...

Exacto, Fede, tal cual!

Un abrazo fuerte!

Domingo