lunes, 30 de marzo de 2009

INTELIGENCIA EMOCIONAL. SEGUNDA ENTREGA



Trato de apartarme prudentemente de las corrientes snobistas que suelen aparecer cada tanto. Si la inteligencia emocional permite conocer los sentimientos propios y ajenos –como base-, desconfío bastante que pueda llevarse adelante sin haber experimentado ese campo ANTES de meterse en los detalles de esta disciplina. Digo antes queriendo significar la experiencia de vida que nos habilite construir una comprensión genuina del semejante. Recuerdo haber pensado infinidad de veces que hay gente analfabeta emocional, gente que no alcanza a vibrar por las cosas que suceden -sacuden- en decenas de ocasiones.

También es muy común confundir emoción con sentimiento; este distingo es básico.

Creo que la práctica de la IE da excelentes resultados no con demasiados ejercicios volitivos sino a través de la práctica de la legitimidad que le otorgamos al semejante. Me parece que no hay nada por sobre un corazón bueno, que ve con ojos serenos la condición humana.

Adhiero plenamente a la postura de tratar de gestionar del mejor modo posible las relaciones entre las personas. Negarlo es un tanto incivilizado. Pero desconfío a la hora de ver que en muchos seminarios se trata de imponer una ejercitación que dura lo que una burbuja de champagne. Una vez que salís de esos encuentros, se termina lo que supuestamente aprendiste.

El psicoanálisis da cuenta de esto, con una evidencia muy grande. Podrás hacer mil cursos de IE, pero si no conocés las revelaciones de tu verdad histórica, no es mucho lo que podrás conseguir.

Porque ¿Qué IE puede adquirir un paciente al que su terapeuta le descubre que tiene el alma congelada? Esta revelación se la hizo un brillante profesional de la mente a una persona que conozco de cerca. Ese insight nunca podrá ser superado por ningún tipo de aprendizaje. Y recién, a partir de ello, tal vez se pueda cambiar el curso de la vida relacional de alguien, me sigo refiriendo a un individuo que, de golpe, descubre el atasco emocional por el que anduvo caminando hasta hoy.

Otra: ¿qué IE sirve para alguien que desconoce que es asexuado, hasta que el trabajo terapéutico se lo revela? O aquel que busca reconocimiento en cada acto de su vida, porque su padre no lo reconoció -no lo legitimó, negándole la paternidad- cuando nació?

No se puede ser inteligente emocional por decreto; no se puede tampoco amar -comprender- por imposición. Vamos, conocerse lleva casi toda una vida…

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