Es domingo, a pleno sol, lindo para comer un buen asado criollo. De vez en cuando, dejemos de lado las cosas serias. Uno también tiene una mezcla de tonto y banal, ¿no?
¿Por qué será que cuando alguien se cae nos reímos? En el video de la fecha tal vez haya una respuesta tentativa: nos reímos por el momento en que esos tropiezos se produjeron. Claro, uno ve tanta pomposidad y circunstancia que no queda otra. Es como una vez, que un señor explicaba sus antecedentes familiares nobles, de sangre azul, y un amigo le dijo: -Tiene la "farmacia abierta", cierre pronto su bragueta para que al abolengo no se le vaya al diablo…
Pareciera que la risa pone al desnudo ciertos aspectos ridículos de la realidad.
Nótese lo que le ocurre al conductor de un programa de televisión -segundo vídeo-, al ver una de esas escenas. Les aseguro que me he contagiado. Quizá les suceda lo mismo. Y feliz domingo!
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